La retención de las membranas fetales (RMF) o retención de placenta, se define como la falla en la expulsión en 12 a 24 horas posparto.
Su incidencia es del 5 al 15% pero puede llegar al 40% y está aumentada por abortos, natimortos, mellizos, distocias, torsión uterina, estrés de calor, hidropesía del alantoides e hipocalcemia.
También está aumentada por causas infecciosas y nutricionales y partos prematuros.
Vacas con retención de placenta tienen mayor predisposición a desórdenes metabólicos o enfermedades puerperales.
La retención de placenta está mediada por una disfunción neutrófila que comienza hacia el final de la gestación.
La disfunción inmunológica también contribuye a la retención de placenta. El pico de estradiol al parto es menor en vacas con RMF, lo que refleja inmadurez placentaria.
Asimismo, los niveles de cortisol en el día previo al parto son mayores en vacas que desarrollan retención de placenta, las concentraciones de PGF2α son menores y la relación PGF2α mayor.
Esto sugiere que las prostaglandinas y el estradiol tienen un rol importante en el desprendimiento de la placenta.
El estrés metabólico (como el BEN) en el preparto está relacionado a elevadas concentraciones de PGE2αy cortisol, lo que puede estar asociado a la patogénesis de la RMF. Esto es relevante particularmente a la luz del conocido efecto negativo de PGE2αen la función neutrófila.
La remoción manual de la placenta no es una opción de tratamiento recomendada (aunque un relevamiento realizado a veterinarios ingleses en 1995 reveló que más del 90% de ellos, por lo menos una vez, habían realizado este procedimiento [Drilllich et al., 2003]).
Sin realizar ningún tratamiento, la mayoría de las retenciones de placentase separan y caen entre 3 y 14 días luego del parto. La mejor opción es, por lo tanto, no hacer nada a menos que aparezca fiebre o signos de metritis.
El recortar las membranas que cuelgan del animal no tiene complicaciones, ya que no hay evidencia que el peso de la placenta que cuelga acelere el desprendimiento.
De hecho, la placenta dejada intacta en el útero luego de una operación cesárea se expulsa espontáneamente en pocos días. Infusiones uterinas con antibióticos no están recomendadas, ya que esto de hecho prolonga la expulsión de la placenta.
Terapia con tetraciclinas puede prolongar el desprendimiento de la placenta, debido a la inhibición de metaloproteasas por estos compuestos.
La recomendación entonces es evitar la remoción manual o infusión intrauterina con antibióticos y administrar antibióticos parenterales (ceftiofur, 1 a 2 mg/kg) diariamente durante 3 días o hasta que baje la temperatura, a vacas con RMF y temperatura superior a los 39.5 ºC. La estrategia más efectiva para prevención de la retención de placentaes que las vacas tengan un continuo acceso a alimento durante el preparto, evitar reagrupamiento de animales u otras formas de estrés y limitar el balance energético negativo BEN.