El trópico es un ambiente maravilloso y de gran potencial para la producción de proteína animal (producir carne y leche) y en especial la de origen bovino; dentro de sus atractivos se encuentran la disponibilidad de recurso humano, agua, tierra disponible, con rangos de temperatura y humedad con cierta estabilidad y la ausencia de estaciones climáticas marcadas, sin inviernos nevados y veranos con calor extremo que restringen la actividad humana y que retan la actividad productiva obligando a la planificación y creación de certidumbre haciendo predecible la producción.
En el trópico, los retos no son los mismos pero si son más similares de lo que usualmente se cree; el solo hecho de sufrir sequias e inundaciones extremas en los llanos, heladas y sequias en el altiplano, humedad y temperatura elevadas en el sur o variables según la zona en el eje cafetero, crean la necesidad de establecer procesos de planeación que generen la certidumbre necesaria para saber cuántos productos serán comercializables (terneros destetos, novillas de levante, machos terminados a matadero, etc.) en el próximo año o ejercicio fiscal.
Según Michael Porter reconocido gurú de la teoría estratégica y profesor de la Universidad de Harvard, las empresas –incluida las empresas ganaderas– constantemente son retadas por las dificultades presentes en el entorno económico, llevando a los empresarios a preguntarse: ¿qué hacer en momentos de crisis?, ¿Qué hacer cuando la demanda de sus productos caen?, ¿cómo hacer más rentable a la empresa?; ante las preguntas anteriores, muchas son las posibles respuestas, sin embargo, y sobre la base de que las empresas tienen como objetivos primarios ser rentables y perdurar en el tiempo, se puede decir que el camino menos favorable para manejar las crisis es retraerse y contraer a la empresa, es por esta razón, que los procesos de planificación y sistematización de las empresas son el primer paso para crear certidumbre.
En el caso de las empresas ganaderas dedicadas a producir carne, la planificación y sistematización comienzan con el establecimiento de un ciclo productivo, es decir, conocer cuándo inicia y termina cada parte componente de éste ciclo. Haciendo una comparación con la porcicultura, el ciclo porcícola comienza con el servicio de cada cerda y termina con la salida de sus lechones a matadero luego de 5 meses en promedio; éste ciclo tiene además varios componentes, los que son llamados como sitio 1, sitio 2 y sitio 3 en donde ocurren subprocesos que aseguran el ciclo productivo, llegando así a establecer que cada cerda debe tener 3,3 partos/año con 8 lechones en promedio durante cada parto; es decir, debe iniciar 3,3 ciclos productivos por año y producir unos 26 lechones/año.
En el caso específico de la ganadería dedicada a producir carne, cada vaca debe tener o iniciar un (1) ciclo productivo por año, lo que significa que en una población de 100 vacas, considerando ideales reproductivos de 85% de preñez y 5% de pérdidas en el periodo preñez-parto, se deben tener 80 terneros nacidos vivos por año. La generalidad en Colombia, es que el número de terneros nacidos vivos por año corresponde al 45% – 55% del total de vacas en la finca. Sobre la base de la generalidad anterior, en una finca con 100 vacas, se tienen aproximadamente 50 terneros nacidos vivos, y quizás en promedio sean 4,2 terneros por mes, con meses de más nacimientos que en otros.
Entendiendo lo anterior, se puede decir que el inicio de la planificación y la sistematización de la producción de carne eficiente es el reconocimiento de la reproducción como base fundamental del negocio; y más aún en el descubrimiento de aquellas “vacas turistas” que son improductivas y que usualmente son subsidiadas por las vacas productivas y en el peor de los casos por el bolsillo del ganadero.
Es así, que acciones puntuales tales como el descarte de vacas improductivas (no preñadas y sin ternero al pie), selección por habilidad materna (terneros destetados con más peso en vacas bajo las mismas condiciones), destete de terneros unificado a los 7 meses de edad y monta estacionaria son los pilares fundamentales en todos los países del mundo considerados como productores de carne, y no como usualmente se cree que estas acciones solo aplican a zonas con condiciones geo-climáticas desfavorables para la ganadería.
Entonces “todo inicia con la reproducción”, y aun cuando se han venido aplicando cada vez más aquellas tecnologías favorecedoras de la reproducción (Transferencia de Embriones, Inseminación Artificial a Tiempo Fijo y Sincronización de Celos) el impacto positivo de las mismas no se ha visto con mayor número de terneros destetados por año, quizás porque estas tecnologías buscan preñar vacas consideradas “elite”, en lugar de más vacas como es el caso de Argentina donde se aplican estos protocolos a 5.000 o más vientres durante un máximo de 90 días.
La reproducción: Fundamento de la sistematización en producir carne
El proceso sistemático de la producción de carne inicia con la determinación de aquellas hembras aptas para la reproducción, tanto desde el punto de vista fisiológico (madurez sexual, condición del aparato reproductivo, condición corporal) como sanitario (prevalencia de enfermedades reproductivas, vacunas recibidas y momento en el cual fueron recibidas, entre otras) que aseguren que aquellas novillas o vacas, estando bajo las mismas condiciones, que se preñan son mejores en comparación a aquellas que no se preñan en el mismo periodo de tiempo.
Llevar adecuadamente a cada hembra a su etapa productiva conlleva inversiones, subsidiadas en parte por las vacas productivas y dependiente a su vez de subprocesos ejecutados durante el levante de la misma, contemplando su nutrición, control parasitario y vacunaciones, todo esto englobado dentro del denominado “Programa de Salud Integral del Hato”.
En términos generales, tener procesos estandarizados en esta etapa de levante es factor clave de éxito para las hembras de reemplazo. Si se considera la máxima de la evolución y de la selección que dice que “los hijos serán mejor que sus padres”, se puede entonces pensar que las hembras de levante en la empresa ganadera de carne son el futuro de la empresa y razón suficiente para entender que las vacas productivas subsidien a sus futuros reemplazos, lo cual generará invariablemente progreso genético y prosperidad económica en la empresa dedicada a producir carne.
En diferentes evaluaciones financieras realizadas en empresas ganaderas con sistemas estandarizados de producción de carne, se ha establecido que cada hembra de reemplazo retorna el 100% de su inversión durante el levante con la entrega de su 2º ternero; es decir, que si la novilla de reemplazo entra a los 24 meses de edad a su 1º temporada y se preña adecuadamente, no será hasta los 48 meses cuando pare su 2º ternero producto de su 2º preñez en su 2º temporada de servicio, que empezará a generar dividendos a la empresa y será tan rentable como su eficiencia en preñarse, parir y destetar terneros durante su vida productiva y la presión de reemplazo sea aplicada.
Ahora bien, la pregunta que sigue es: ¿Cuáles de los aspectos anteriores están bajo control del gerente o inversor ganadero?
Desde la perspectiva gerencial y empresarial, todos los aspectos son controlables por el gerente y/o empresario ganadero; la nutrición es mucho más manejable en sistemas establecidos donde cada espacio de pasto recibe las mejores y más eficientes cargas animales, lo que potencia y favorece el uso racional de los antiparasitarios, así como el diseño de programas de vacunación que impulsan el beneficio directo (sobre el animal vacunado), el beneficio poblacional (incremento de la resistencia en el hato) y el efecto indirecto de las vacunas (menor circulación de patógenos).
Con respecto al diseño de Programas de Salud Integral del Hato, estos se sustentan sobre las siguientes interrogantes y sus consecuentes respuestas:
- ¿A quién vacunar?: esto depende de cada enfermedad, pero en términos generales, para las enfermedades reproductivas virales (Rinotraqueítis Infecciosa Bovina –IBR-, Diarrea Viral Bovina –DBV-) todas las hembras son susceptibles de vacunación ya que estas enfermedades no discriminan entre razas o grupos etareos. En un estudio realizado por Piedrahíta y Col. (Rev. Col. Ccs. Pec. 2010) sobre bovinos no vacunados en el Magdalena Medio, encontraron 59% de positivos (222/378) al virus de IBR en sistemas de cría y ceba; además, no hubo diferencias significativas en los porcentajes de positividad entre los municipios muestreados (Caparrapí, Cimitarra, Honda y Victoria), ni entre las razas Brahman, Lucerna y Mestizos
En referencia a la Brucelosis Bovina, además de formar parte del Programa de Erradicación de Brucelosis Bovina dirigido por el ICA, es muy conocido que la vacunación de hembras entre los 6-9 meses de edad es buena parte del control de esta enfermedad, la cual se potencia con el descarte de vacas positivas y de sus hijas mismas que tienen alta probabilidad de tener Infección Latente y que generalmente se manifiestan como positivas luego de su primer parto.
En relación a la Leptospirosis, el programa de control de esta enfermedad contempla otros factores a entender como lo son, la dinámica de la misma dentro del hato, los grupos etarios afectados, momento del año con mayor ocurrencia, entre otros, pero que a manera general, cada hembra bovina debe recibir una dosis de vacuna contra leptospirosis cada 6 meses.
Sobre lo anterior, se puede deducir que el ABC de las enfermedades reproductivas de tipo infeccioso contempla a la Brucelosis Bovina, las Enfermedades del Complejo Respiratorio y Reproductivo Bovino y la Leptospirosis Bovina, todas ellas controlables a través de programas robustos de vacunación diseñados para cada empresa ganadera.
- ¿Cuándo vacunar?: esta respuesta es mucho más simple, el momento óptimo de la vacunación como medida preventiva es antes del momento de la ocurrencia de la enfermedad. Si se toma como ejemplo a las enfermedades descritas en el numeral anterior, es muy claro que se tiene una ventana de oportunidad en la hembra bovina desde los 4 meses de vida hasta la pubertad para prepararla para que exprese su máximo desempeño reproductivo.
Lograr un ternero por vaca por año y no cada año, es la meta de toda empresa ganadera de cría.
En el caso del hato adulto, la mejor práctica a implementar es la llamada “vacunación en sabana”, es decir, vacunar todo el hato en el mismo momento, lo que redundará en un mayor y más homogéneo nivel de resistencia a las enfermedades en toda la población y con el tiempo una mayor estabilidad sanitaria.
- ¿Cómo vacunar?: el éxito de un programa de vacunación se sustenta en la condición general de salud de los animales previa a la vacunación, del mantenimiento adecuado de la cadena de frio del biológico hasta su aplicación, del continuo entrenamiento de los vacunadores y de la adecuada selección del biológico, siendo este último aspecto de carácter crítico para el éxito de la inversión en salud; aun cuando muchos biológicos tienen los mismos virus y/o bacterias, no todos son iguales en su manera de proteger a los animales, así vacunas con componentes virales vivos atenuados o modificados ofrecen un mayor nivel de protección en comparación con las vacunas muertas o inactivadas, por otro lado, vacunas que ofrecen Protección Fetal (FP) para DVB han demostrado a las autoridades sanitarias de Estados Unidos (USDA) que son capaces de evitar la condición de Persistentemente Infectados para DVB en terneros nacidos de vacas vacunadas.
- ¿Por qué vacunar?: hasta ahora es muy difícil encontrar un mecanismo de control de enfermedades que sea más económico, más efectivo y que genere mayor retorno de la inversión que la vacunación, es por esto que la carrera en el desarrollo y las inversiones son inmensas en las empresas farmacéuticas globales con miras a desarrollar biológicos destinados a controlar enfermedades en los humanos, tal es el caso de las vacunas contra el virus Évola, contra el Cáncer, la Hepatitis, el Zika, solo por nombrar los más recientes y famosos.
En resumen, todo lo que se pueda invertir en términos de la prevención de enfermedades reproductivas generará ingresos adicionales en la productividad de la empresa ganadera mediante el aumento de la Eficiencia Reproductiva (ER), y particularmente en el caso de la producción de carne, la eliminación de “vacas turistas”, la sistematización de la producción mediante monta estacionaria, y la planificación de la expectativa de productos comercializables (terneros, novillas, novillos, toretes, etc.) conllevan a la creación de certidumbre financiera, crecimiento empresarial y prosperidad ganadera.
Juan Carlos Álvarez
MV. MBA.