En el caso de las empresas ganaderas dedicadas a la producción de carne, la planificación y sistematización comienzan con el establecimiento de un ciclo productivo, es decir, conocer cuándo inicia y termina cada parte componente de éste ciclo. Haciendo una comparación con la porcicultura, el ciclo porcícola comienza con el servicio de cada cerda y termina con la salida de sus lechones a matadero luego de 5 meses en promedio; éste ciclo tiene además varios componentes, los que son llamados como sitio 1, sitio 2 y sitio 3 en donde ocurren subprocesos que aseguran el ciclo productivo, llegando así a establecer que cada cerda debe tener 3,3 partos/año con 8 lechones en promedio durante cada parto; es decir, debe iniciar 3,3 ciclos productivos por año y producir unos 26 lechones/año.
En el caso específico de la ganaderías dedicadas a la producción de carne, cada vaca debe tener o iniciar un (1) ciclo productivo por año, lo que significa que en una población de 100 vacas, considerando ideales reproductivos de 85% de preñez y 5% de pérdidas en el periodo preñez-parto, se deben tener 80 terneros nacidos vivos por año. La generalidad en Colombia, es que el número de terneros nacidos vivos por año corresponde al 45% – 55% del total de vacas en la finca. Sobre la base de la generalidad anterior, en una finca con 100 vacas, se tienen aproximadamente 50 terneros nacidos vivos, y quizás en promedio sean 4,2 terneros por mes, con meses de más nacimientos que en otros.
Entendiendo lo anterior, se puede decir que el inicio de la planificación y la sistematización de la producción de carne eficiente es el reconocimiento de la reproducción como base fundamental del negocio; y más aún en el descubrimiento de aquellas “vacas turistas” que son improductivas y que usualmente son subsidiadas por las vacas productivas y en el peor de los casos por el bolsillo del ganadero.
Es así, que acciones puntuales tales como el descarte de vacas improductivas (no preñadas y sin ternero al pie), selección por habilidad materna (terneros destetados con más peso en vacas bajo las mismas condiciones), destete de terneros unificado a los 7 meses de edad y monta estacionaria son los pilares fundamentales en todos los países del mundo considerados como productores de carne, y no como usualmente se cree que estas acciones solo aplican a zonas con condiciones geo-climáticas desfavorables para la ganadería.
Entonces “todo inicia con la reproducción”, y aun cuando se han venido aplicando cada vez más aquellas tecnologías favorecedoras de la reproducción (transferencia de embriones, inseminación artificial a tiempo fijo y sincronización de celos) el impacto positivo de las mismas no se ha visto con mayor número de terneros destetados por año, quizás porque estas tecnologías buscan preñar vacas consideradas “elite”, en lugar de más vacas como es el caso de Argentina donde se aplican estos protocolos a 5.000 o más vientres durante un máximo de 90 días.
El proceso sistemático de la producción de carne inicia con la determinación de aquellas hembras aptas para la reproducción, tanto desde el punto de vista fisiológico (madurez sexual, condición del aparato reproductivo, condición corporal) como sanitario (prevalencia de enfermedades reproductivas, vacunas recibidas y momento en el cual fueron recibidas, entre otras) que aseguren que aquellas novillas o vacas, estando bajo las mismas condiciones, que se preñan son mejores en comparación a aquellas que no se preñan en el mismo periodo de tiempo.
Llevar adecuadamente a cada hembra a su etapa productiva conlleva inversiones, subsidiadas en parte por las vacas productivas y dependiente a su vez de subprocesos ejecutados durante el levante de la misma, contemplando su nutrición, control parasitario y vacunaciones, todo esto englobado dentro del denominado “Programa de Salud Integral del Hato”.
En términos generales, tener procesos estandarizados en esta etapa de levante es factor clave de éxito para las hembras de reemplazo. Si se considera la máxima de la evolución y de la selección que dice que “los hijos serán mejor que sus padres”, se puede entonces pensar que las hembras de levante en la empresa ganadera de carne son el futuro de la empresa y razón suficiente para entender que las vacas productivas subsidien a sus futuros reemplazos, lo cual generará invariablemente progreso genético y prosperidad económica en la empresa dedicada a producir carne.
En diferentes evaluaciones financieras realizadas en empresas ganaderas con sistemas estandarizados de producción de carne, se ha establecido que cada hembra de reemplazo retorna el 100% de su inversión durante el levante con la entrega de su 2º ternero; es decir, que si la novilla de reemplazo entra a los 24 meses de edad a su 1º temporada y se preña adecuadamente, no será hasta los 48 meses cuando pare su 2º ternero producto de su 2º preñez en su 2º temporada de servicio, que empezará a generar dividendos a la empresa y será tan rentable como su eficiencia en preñarse, parir y destetar terneros durante su vida productiva y la presión de reemplazo sea aplicada.
Juan Carlos Álvarez
Director General SJT Agro SAS
Fotografías cortesía: Wagyu Prime y Asociación Colombiana de Criadores de Ganado Wagyu y sus Cruces