La nutrición es el factor que más influye en la funcionalidad del aparato reproductor. Un desbalance nutricional en exceso o defecto altera el ciclo estral de la hembra y el libido en el macho. Un animal puede tener la mejor genética pero mal nutrido no la puede trasmitir. De acuerdo con el Dr Ricardo Sandino Pardo «La raza entra por la boca», lo cual confirma la estrecha relación entre estos dos factores.
La nutrición hasta hace poco se integró como un componente de los programas sanitarios, teniendo un gran impacto sobre la eficiencia productiva y reproductiva de la empresa ganadera. La alimentación constituye el 60% de los costos en la producción de leche, y puesto que la nutrición influye en el comportamiento reproductivo y en la mayoría de las enfermedades metabólicas y digestivas, así como en ciertas enfermedades infecciosas; el mejoramiento de los problemas en ésta área tiene un impacto dramático en el aspecto económico del hato y la productividad de la finca.
Es importante conocer la alimentación durante el último tercio de la gestación; especialmente cuando el animal se encuentra en período no lactante, pues ésta incide favorable o desfavorablemente en su respuesta productiva y reproductiva posterior.
Una sobrealimentación durante éste período favorece el cebamiento especialmente si está asociado con un período seco prolongado, lo cual reduce la capacidad del rumen, produciéndose un desbalance con relación a la producción de leche, obligando al organismo a emplear sus reservas, con la consiguiente degradación de grasas y predisposición a presentar afecciones carenciales metabólicas y aparición del síndrome de » vaca caída«.
Todo puerperio se altera cuando la dieta de la vaca próxima presenta desequilibrio entre la proteína y la energía a favor de la primera. Este exceso de proteína es frecuente cuando los animales pastan en potreros abonados con nitrógeno, o materia fecal en abundancia sin tener en cuenta el análisis de suelo; lo anterior predispone al animal a sufrir de retención de placenta, subinvolución uterina, endometritis catarrales y alteraciones ováricas. El déficit de energía igualmente altera la correcta actividad endocrina del eje Hipotálamo – Hipófisis – Ovario
Después del parto, las altas demandas de nutrientes requeridos para la síntesis de grandes volúmenes de leche, la limitada capacidad de consumo de alimentos y las inadecuadas concentraciones de nutrientes, conducen al Balance Energético Negativo (BEN); esta condición determina una respuesta compensatoria (homeorresis) que incluye el tejido adiposo, el hígado, los músculos y los huesos.
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Miguel Germán Rivera Gaona
MVZ – Especialista en Reproducción