En esta entrega se abordarán temas de interés para los ganaderos y veterinarios como la luteosis, endometritis y quistes ováricos.
En los bovinos la regresión del cuerpo lúteo (luteolisis) es causada por la PGF2α secretada por el endometrio. Cualquier condición que altere la producción y liberación de esta hormona por parte del útero, así como su transporte local hacia el ovario, puede causar un retraso o simplemente evitar la luteolisis. Algunos autores han sugerido que la insuficiente concentración de estradiol, como resultado de un bajo nivel de secreción por parte del folículo dominante, o el incremento en el metabolismo del mismo, pueden generar un retraso o falla en la sensibilización de los receptores para la oxitocina en el endometrio uterino que son necesarios para la liberación de PGF2∝ (Lucy, 2001). Así mismo, la inflamación del endometrio puede comprometer su habilidad para producir y transportar suficientes cantidades de prostaglandina que puedan causar la luteolisis. Como resultado de esta injuria, el útero está continuamente bajo la influencia de la progesterona, evitando la presentación del celo y favoreciendo el desarrollo y crecimiento bacterial, situaciones que claramente pueden ser monitorizadas por medio de ultrasonografía.
Figura 1: Evaluación ultrasonográfica de la vaca post parto: Humberto Guáqueta; Clínica de la Reproducción Animal. FMVZ Universidad Nacional de Colombia.
La endometritis subclínica es una de las patologías de mayor incidencia (23.5% al 37.5%) a nivel mundial, en vacas de leche y su impacto desde el punto de vista reproductivo y económico ha sido ampliamente demostrado (Le Blanc et al., 2002; Barlund et al., 2008). La endometritis se puede presentar tanto de forma clínica como subclínica (Sheldon, et al., 2006). La endometritis clínica se define como una descarga uterina purulenta o mucopurulenta presente después de los 21 y 26 días post parto, respectivamente. La endometritis subclínica se define como la presencia ≥ 10% de células polimorfonucleares (PMN) en las muestras de citología uterina recuperadas entre los 34 y 47 días post parto. A pesar de que las vacas con endometritis subclínica no muestran descargas uterinas, se acepta que pueden tener una lesión que las afecte lo suficiente como para alterar su desempeño reproductivo. (Sheldon, et al., 2006). Aunque la biopsia endometrial es la mejor herramienta para el diagnóstico de endometritis y se considera como la prueba de oro en las yeguas, se ha reconocido como una metodología costosa y demorada para ser utilizada masivamente en las ganaderías; Por eso se debe recurrir a técnicas más sencillas y rápidas para evaluar el grado de inflamación endometrial como son la vaginoscopía, el ultrasonido y la citología endometrial (Kasimanickan, et al., 2005 y Barlund, et al., 2008).
Figura 2: Cuerno Uterino con diferentes tipos de contenidos patológicos. Humberto Guáqueta; Clínica de la Reproducción Animal. FMVZ Universidad Nacional de Colombia
Tratamiento y evolución de quistes ováricos
Los quistes ováricos son definidos como estructuras anovulatorias, sencillas o múltiples, con un tamaño mayor a 25mm de diámetro, medido por ultrasonido, que persisten durante más de 10 días en ausencia de un cuerpo lúteo funcional (Hatler et al., 2003) logrando alterar la ciclicidad y por ende la fertilidad de la hembra bovina. A través de la ultrasonografía se puede hacer seguimientos de fallas ovulatorias o determinar el tipo de quiste que se presenta.
Tabla 1. Eficiencia en el diagnóstico de los Quistes Ováricos
Los quistes ováricos se han diferenciado de acuerdo a su capacidad de producir progesterona en dos tipos, los quistes foliculares (QF) y los quistes luteales (QL). Dicha capacidad de producir progesterona va ligada directamente al grosor de la pared del quiste (tejido luteal) lo cual ha permitido que se realice diagnóstico diferencial a través de la palpación rectal y de la ultrasonografía. Farin et al., 1992. (Tabla 2).
Tabla 2. Caracterización ultrasonográfica de los quistes luteales y de los quistes foliculares.
Al igual que lo mencionado en la primera parte de ésta entrega con relación al diagnóstico del Cuerpo Lúteo por palpación rectal, en los quistes se da una situación similar. Aunque no se tiene información relacionada con la precisión del diagnóstico por palpación rectal, es posible asegurar que esta sería menor a la del diagnóstico ecográfico.
Figura 3: Quiste Folicular. Cortesía de Pie Medical.
El quiste folicular es una estructura con pared delgada mientras que el quiste luteal es una estructura con pared gruesa, sin embargo debido a la subjetividad que podría presentarse con respecto a estas definiciones, lo mejor y más eficiente sería realizar las mediciones por ultrasonido para poder clasificar el tipo de quiste que se esté presentando, de acuerdo con los patrones establecidos por algunos investigadores anteriormente con base en las mediciones de los niveles de progesterona (Tabla 3). Sin embargo, se considera que paredes con grosores mayores a 1 mm son características de quistes luteales, con suficiente capacidad de producir progesterona.
Jeffcoate y Aycliffe (1995) reportan la evolución de QF al ser tratados con GnRH. Durante el seguimiento ecográfico encontraron que la pared del QF aumentaba entre 2-6mm grosor en un lapso de 14 días. Esta evaluación es importante porque no todos los quistes foliculares responden al tratamiento con GnRH y se podría determinar la eficacia del tratamiento o buscar otras opciones terapéuticas.
Tabla 3. Evaluación del diagnóstico ecográfico y de la respuesta al tratamiento con prostaglandina (PG) de quistes diagnosticados como luteales (Jeffcoate y Aycliffe, 1995).
La diferenciación del tipo de quiste tiene aplicación a nivel terapéutico. El QL es fácilmente tratable con prostaglandinas debido a la presencia de receptores a la misma en la pared luteinizada del quiste. El QF, por otro lado, es más difícil de tratar debido a que tiene etiologías diferentes que deben ser determinadas.
Se debe tener en cuenta que el tamaño del quiste no está relacionado con su capacidad de producir progesterona. Sin embargo medir el grosor de la pared es la forma indicada para diferenciar entre quiste luteal o folicular. Este parámetro se puede determinar mejor si se mide el diámetro total del quiste y después el diámetro de la cavidad para así restar las dos mediciones y obtener el grosor de la pared. Como una regla general aunque no es 100% diagnóstica se puede considerar que paredes mayores a 2mm de grosor tiene una buena probabilidad de estar produciendo progesterona y por ende estos quistes serían clasificados como luteales.
Humberto Guáqueta Munar
Médico Veterinario
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia
Sigue contenido: protocolos de sincronización de calores e IATF