El retraso en el reinicio de la ciclicidad ovárica posparto está determinado por el balance energético negativo (BEN).
La relación entre el balance energético y la actividad reproductiva posparto se refleja por largos intervalos a la primera ovulación en las vacas con mayores pérdidas de condición corporal (CC).
Lograr un consumo elevado en energía para sacar a las vacas del balance energético negativo BEN lo más pronto posible luego del parto, es crítico para la producción de leche y la eficiencia reproductiva.
Las vacas pueden perder en la lactancia temprana de 50 a 70 kg de peso corporal, y entre 30% y 40% de sus reservas lipídicas de las que tenían al parto, resultando en una rápida disminución del estado corporal y pérdida de peso.
Las vacas lecheras en condiciones pastoriles pierden entre 0.5 y 1 punto de CC en el mes previo al parto y la CC al parto está asociada a la primera ovulación posparto.
El balance energético negativo BEN es crítico porque dependiendo de su severidad las vacas sufren desórdenes metabólicos y reproductivos, los que pueden tener prolongados efectos en la futura eficiencia reproductiva, ya que los procesos reproductivos tienen una menor prioridad (referido a la energía disponible) respecto a la producción de leche.
La asociación negativa entre el BEN y el anestro posparto prolongado está bien establecida para vacas lecheras; el BEN está directamente relacionado con el intervalo parto a la ciclicidad ovárica de vacas lecheras.
Las mejoras a partir del «nadir» del BEN están correlacionadas con mejoras en la función folicular y un menor intervalo a la primera ovulación posparto.
Esto es consistente con incrementos en la frecuencia de pulsos de LH luego del nadir de BE.
En el posparto temprano las concentraciones sanguíneas de ácidos grasos no esterificados (NEFA), betahidroxibutirato (BHB) y triglicéridos aumentan en sangre.
Ese período crítico es análogo a una subnutrición aguda y resulta en una disminución de la glucosa, insulina y en un hígado refractario a la hormona de crecimiento o somatotrofina (GH) resultando en una disminución de la concentración de IGF-I (factor de crecimiento insulinosímil-I).
Las consecuencias de estos cambios metabólicos en el eje reproductivo son una disminución en la frecuencia de los pulsos de LH y una disminución en la producción de estrógenos por el folículo dominante (FD).
Esto trae como resultado la atresia del FD más que su ovulación a causa de la carencia de estrógeno suficiente para un feedback positivo que provoque los picos preovulatorios de GnRH y LH/FSH. Por lo tanto la mayoría de los primeros folículos dominantes posparto fracasan en ovular resultando en un aumento de la incidencia de anestros en el período posparto temprano.
Daniel Cavestany y Guillermo de Nava,
Departamento de Reproducción, Facultad de Veterinaria, Montevideo, Uruguay