Al inicio de la lactancia la vaca lechera debe ajustar su consumo, su jerarquización de nutrientes y su actividad metabólica de manera de satisfacer los requerimientos de la glándula mamaria que representan más de 2 veces los requerimientos de todos los otros sistemas corporales juntos.
La nutrición es un componente vital de un buen programa de manejo reproductivo.
No existen nutrientes específicamente requeridos para la reproducción que no sean requeridos para las otras funciones fisiológicas normales en el animal y, por lo tanto, es difícil de determinar las funciones específicas y los mecanismos por los cuales la nutrición afecta la función reproductiva.
Esto refleja el riesgo metabólico al que está expuesta y la importancia de la nutrición para enfrentar adecuadamente este desafío.
Balance energético negativo
Luego del parto la mayoría de las vacas lecheras de alta producción entran en un período de balance energético negativo (BEN), el cual es controlado movilizando grasa de reserva.
La severidad del BEN para cada vaca lechera dependerá de su potencial genético de producción, de las reservas corporales disponibles y de la dieta ofrecida.
A consecuencia de este BEN, la vaca lechera tiene un alto riesgo de desarrollar una cetosis, la que está asociada a un mayor riesgo de enfermedades puerperales.
Durante el parto o en los días siguientes, la vaca lechera de alta producción, la hipocalcemia es inevitable y se caracteriza por una concentración de calcio sanguíneo inferior a 8.0 mg/dL.
La reducción en las concentraciones séricas de calcio parece suprimir la función inmune lo que predispone a retención de placenta, mastitis e infecciones uterinas.
Además, la hipocalcemia es un estresante lo que eleva el cortisol el cual contribuye a la inmunosupresión.
Típicamente, la vaca lechera tiene un incremento de 3 a 4 veces en el cortisol plasmático como consecuencia del mecanismo de inicio del parto.
Vacas con hipocalcemia subclínica tienen un aumento del cortisol de 5 a 7 veces en comparación con vacas con calcemia normal y en vacas con hipocalcemia clínica (fiebre de leche) las concentraciones de cortisol incrementan de 10 a 15 veces.
Dado que la inmunosupresión comienza 1 a 2 semanas previas al parto y el pico de cortisol ocurre al comienzo de éste, esta hormona probablemente juega un papel importante como causa de inmunosupresión.
Además de esto, existe una fuerte asociación entre la hipocalcemia y enfermedades puerperales.
Vacas con hipocalcemia tienen 6.5 más probabilidades de presentar distocias, 3.2 más de tener retención de placenta 6 más de desarrollar metritis y 3.4 más de sufrir desplazamiento de abomaso.
Por otra parte, la hipocalcemia disminuye la secreción de insulina, impidiendo de esta manera la captación de glucosa por los tejidos, lo cual aumenta la movilización de lípidos y el riesgo de cetosis.
El desafío es entonces implementar una dieta adecuada en el preparto que minimice el riesgo de la disminución de calcio posparto.
Sales aniónicas en la dieta
Una opción es la inclusión de sales aniónicas a la dieta, para modificar el balance catión-anión (BCA) de la misma. El BCAD es la diferencia entre el balance catión-anión de la dieta y se utiliza para estimar el potencial de ésta, en ser ácida o alcalina: BCA (mEq) = (Cl– + S–) – (Na+ + K+).
Es la carga de estos electrolitos la que afecta el equilibrio ácido básico y tienen una relación con el metabolismo del Ca.
Estos minerales se utilizan en éste cálculo, ya que su importancia en el metabolismo de los rumiantes radica en su indirecta participación en el equilibrio osmótico, en el balance ácido-base y en la integridad y el mecanismo de las bombas de la membrana celular.
Cuando durante el preparto las vacas son alimentadas con un exceso de cationes relativo a los aniones, el hueso no puede responder (no es sensible) a las hormonas mediadoras de la resorción, en un medio alcalino.
Es así que generando un medio ácido la respuesta de la vaca va a ser movilizar y absorber más Ca, en un intento de ejercer una acción buffer en el ácido de la sangre y entonces los mecanismos requeridos para el máximo aporte de Ca estarán activos al momento del parto.
El K es el catión más importante en forrajes y granos de cereales; niveles mayores de 150 g/día pueden aumentar el riesgo de fiebre de la leche en sistemas pastoriles.
El K induce a la hipocalcemia ya que su nivel medio en los forrajes normalmente excede los requerimientos y esto altera el balance ácido-base en el metabolismo hacia la alcalosis.
La misma atenúa la respuesta a la hipocalcemia reduciendo la sensibilidad del hueso y el tejido renal a la PTH. Otra opción es la administración de calcio luego del parto; una dosis intravenosa estándar de 500 mL de solución de gluconato de calcio al 23% provee 10.8 g de calcio. Alternativamente, existen productos comerciales con calcio para administración oral.