Antes que nada es importante definir y diferenciar plan sanitario de programa sanitario; en concepto un plan sanitario contempla todas aquellas acciones que conllevan a la aplicación de biológicos, farmacéuticos, baños, suplementación nutricional, entre otros, con el objetivo de mitigar el efecto de las enfermedades en un rebaño; mientras que un Programa Sanitario contempla la búsqueda de evidencias que determinan cuándo, cómo, dónde, por qué y a quiénes aplicar las herramientas disponibles para el control y prevención de las enfermedades presentes o no en un hato, siendo a su vez mantenido bajo sistemas de evaluación continua mediante datos productivos y pruebas de laboratorio, y además siendo susceptible de ser ajustado conforme a las evidencias encontradas.
Simplemente, un programa Sanitario contiene actividades pre, durante y post implementación que buscan mejorar constantemente el desempeño del hato, siendo un sistema vivo de gerencia para el control y prevención de enfermedades.
La decisión de implementar un Programa Sanitario en una explotación ganadera se sustenta en varios aspectos:
- El impacto económico de las pérdidas por enfermedades susceptibles de ser prevenidas que atentan sobre la rentabilidad y la eficiencia productiva del hato.
- La disponibilidad de herramientas (biológicos, farmacéuticos, suplementos minerales, insecticidas, etc.) para la prevención y control de las enfermedades.
- Viabilidad práctica para ejecutar las actividades del Programa Sanitario.
- Vialidad económica y la existencia o no de un método alternativo para el control y prevención de los problemas.
- Posibilidad de implementar efectivas prácticas de biocontención o bioseguridad.
Desglosando lo anterior, y en referencia al impacto económico de las enfermedades susceptibles de ser prevenidas, es más que conocida la interrelación que tienen éstas con la edad biológica del bovino, en el gráfico N°1 se muestra de manera general cómo es la frecuencia de las enfermedades en relación a la edad y el riesgo en los bovinos.
Gráfico N°1: Las enfermedades en el bovino de manera general tienen una relación estrecha con la edad, por ejemplo, las enfermedades reproductivas solo se observan en bovinos mayores a 16 meses de edad. Fuente: Vacunas y Vacunación. Archivos Zoetis.
Sobre el grafico N°1 también es importante resaltar que el principal objetivo para el control y prevención de las enfermedades es mantener el nivel de inmunidad por encima de la ocurrencia de las mismas, lo que introduce el concepto de Ventana de Oportunidad.
La ventana de oportunidad
La Ventana de Oportunidad no es más que el tiempo disponible para ejecutar acciones tendientes a la prevención y control de las enfermedades, continuando con el ejemplo de las enfermedades reproductivas de la hembra bovina, la Ventana de Oportunidad para preparar al futuro vientre para el desafío y los efectos de estas enfermedades está comprendida desde su destete hasta los 16 meses, momento en el que se estima llega a la pubertad y está en vía de iniciar su vida productiva. En este caso, lo ideal es que cada vientre llegue a su primer servicio con al menos 3 dosis de vacuna reproductiva viral las cuales comúnmente contienen también las cinco (5) Leptospiras más importantes en el bovino.
La ventana de susceptibilidad
El caso contrario es la llamada Ventana de Susceptibilidad, la cual se define como aquel periodo de tiempo en el cual un individuo es susceptible de contraer una determinada enfermedad por no tener un sistema inmune competente o preparado adecuadamente para defenderlo del ataque de los patógenos. Un ejemplo típico de esta ventana ocurre en rebaños con vacunaciones a evento, en este caso, la vacunación de hembras sí y solo sí están preñadas; si fuera el caso de una revacunación contra los virus de Rinotraqueítis Infecciosa Bovina (IBR por sus siglas en inglés) y Diarrea Viral Bovina (DVB), existe una alta probabilidad que determinadas hembras reciban una dosis de refuerzo más allá del periodo recomendado, en otras palabras, recibir una dosis de refuerzo más allá de los 12 meses abre una Ventana de Susceptibilidad que la hace potencialmente “susceptible” a sufrir la enfermedad.
En todo caso, el impacto económico de las enfermedades es fácilmente evidenciable con parámetros zootécnicos tales como:
- En lechería: Largo intervalo entre partos, altos servicios por concepción, % pérdidas embrionarias tempranas, % vacas repetidoras, % de vacas con mastitis clínica o subclínica, % abortos por año, % de mortalidad, gastos de medicación, etc.
- En cría: Baja eficiencia reproductiva, bajo peso al nacer, destete y 18 meses, % abortos, % mortalidad, baja tasa de ganancia diaria de peso, etc.
En relación a la disponibilidad de herramientas para el control de enfermedades, la industria farmacéutica ofrece una gran variedad de productos para esto, sin embargo, es común que el precio del producto sea el factor clave para la toma de decisión sobre cuál usar; y en contraste, la no disponibilidad de productos (herramientas) para una determinada enfermedad obliga a la búsqueda de mecanismos alternos de control y prevención, un ejemplo de esto es la Leucosis Bovina.
Tomando como ejemplo a los biológicos para el control de las enfermedades virales de la reproducción bovina (IBR y DVB), la mayoría de las veces durante la elección de vacuna a usar, se omite el mecanismo que la vacuna ofrece para prevenir y controlar cada virus, solamente considerándose al precio y en algunas oportunidades la características de la misma, si es viva modificada o inactivada/muerta.
En la práctica diaria existe gran confusión sobre este tema, y muchas veces se consideran verdades absolutas cuando realmente no lo son, un ejemplo de ello es “la vacuna introduce la enfermedad en la finca” o “las vacunas vivas causan abortos”, cuando en realidad IBR y DVB están presentes en las fincas con porcentajes de seroprevalencia de 62% y 45% respectivamente; en relación a esto, el mercado ofrece vacunas vivas que tienen probada seguridad en vacas preñadas si estas hembras fueron inicialmente primovacunadas con vacunas vivas modificadas.
Evidentemente se hace necesario conocer mejor las enfermedades y los mecanismos por los cuales son más eficientemente prevenidas y controladas para tomar la decisión más inteligente, recibir el mayor retorno sobre la inversión así como la mejor eficiencia productiva lo cual es el verdadero fin económico de la empresa ganadera.
En el cuadro N°1, y solo como referencia general, se muestran algunas diferencias entre los variados tipos de vacunas disponibles en relación a los virus de IBR y DVB.
Cuadro N°1: Diferencias más importantes entre vacunas para el control y prevención de IBR y DVB en bovinos. Fuente: Archivos Zoetis.
Ahora bien, una vez que se ha determinado la necesidad de implementar un Programa Sanitario en el hato, se han definido los objetivos “SMART” (Específicos, Medibles, Alcanzables, Realistas y en un Tiempo determinado) el próximo paso es diseñar el PS sobre la base de un calendario que haga viable su implementación.
Un ejemplo común de esta actividad es la definición de vacunaciones en “sábana”, es decir, todos los animales en un mismo momento calendario; esta práctica genera grandes beneficios, todo el hato estará en el mismo nivel de inmunidad (recordar la Campana de Gauss de la Dinámica Poblacional), reducirá las Ventanas de Susceptibilidad, puede ser ubicada en el momento de máxima exposición y riesgo, impactará la circulación del patógeno en cuestión, potenciará la respuesta poblacional; en fin los beneficios pueden ser ubicados en una lista muy larga.
Caso contrario ocurre cuando se diseñan planes a evento lo que hace muy difícil asegurar una inmunización sistemática a cada individuo del hato que permita aumentar la resistencia general, separar la resistencia del desafío o riesgo y cerrar la circulación de los patógenos.
Por supuesto que un Programa Sanitario es una inversión, una que debe ser devuelta con litros de leche, kilos de carne/hectárea, venta genética, etc., por cada individuo del hato, sin embargo, pueden existir mecanismos de control y prevención eficientes pero no necesariamente más económicos, tal es el caso de las lecherías libres de antibióticos las cuales no usan terapias intramamarias para el manejo de la mastitis, invirtiendo altas cantidades de dinero para controlar esta enfermedad por otras vías como la optimización en la higiene del ordeño, el constante monitoreo microbiológico de la leche, el descarte de animales con mayor susceptibilidad a la mastitis, selección genética, entre otros, y sustentando la salud general del hato sobre programas estrictos de vacunación; todo esto traduciéndose en un producto (leche) que tiene un precio diferencial al consumidor por ofrecer un mayor “valor” por no tener riesgo de antibióticos al consumidor.
Ahora bien, si se compara a la ganadería con otras especies (aves y cerdos) en relación a las prácticas de biocontención (barreras y procesos para la protección de personas, ambientes y animales) y de bioseguridad (barreras y procesos que evitan el ingreso de agentes patógenos a una explotación), en general la ganadería está lejos de estas prácticas comunes en la industria avícola y porcícola, en la mayoría de los casos solo se toman medidas de desinfección de llantas y/o vehículos lo cual es muy ineficiente si se considera que las enfermedades ingresan por la puerta cuando no se establecen procesos de cuarentena a nuevos animales, ni pruebas de laboratorio (brucelosis, tuberculosis), ni se solicitan certificaciones que puedan ser validadas al momento de la adquisición de nuevos bovinos; por lo pronto se puede pensar que la ganadería es afortunada ya que con escasos controles los problemas aún pueden ser manejados con muy buenos resultados, sí y solo sí, se utilizan los criterios apropiados para cada caso en particular, en lugar de recetas generales para todos.
Finalmente, las palabras reflexivas emitidas en alguna oportunidad por un ganadero pujante, progresista y visionario que recogen una verdad más grande que vida misma y que pone a pensar a cualquier persona relacionada a la ganadería…. “Más vale un Vacuno, que una Vacuna”.
Juan C. Alvarez S.; MV, MBA