La importancia del periodo seco con respecto a la salud de la ubre, productividad y salud general en la lactancia siguiente ha sido bien documentada. En ausencia de medidas efectivas de control y prevención de mastitis, habrá más cuartos infectados al parto que al secado. Este cambio en incidencia de infecciones intramamarias durante el periodo seco es el resultado de la falla en eliminar las infecciones existentes así como el desarrollo de infecciones nuevas. Si se pone énfasis en la prevención de las infecciones nuevas en general se logra mejora en la salud de la ubre.
La duración del periodo seco puede tener también impacto sobre otros problemas de salud al momento del secado y al parto. En un estudio en que se comparó la duración del periodo seco durante 4, 7 y 10 semanas, el riesgo menor de problemas graves de salud en las vacas se observó con el periodo de 7 semanas. Algunos de los factores principales que influyen en la manifestación clínica en la lactancia siguiente son las infecciones intramamarias que se desarrollan en el seco o persisten en ese lapso.
Se ha demostrado que entre las vacas con infecciones clínicas por patógenos del ambiente al parto, 36% fueron detectadas originalmente en la primera mitad del periodo seco. Es más, 55% de las infecciones que se establecieron tempranamente en el periodo seco persistieron en la lactancia siguiente. De manera similar, 52% de todos los casos de mastitis por coniformes en los primeros 100 días de lactancia pueden originarse en la última semana del periodo seco.
La tasa de infecciones nuevas es muchas veces más alta en el periodo seco que durante la lactancia. La tase de infecciones nuevas en cuartos bacteriológicamente negativos que no reciben tratamiento al secado se considera generalmente en el rango de 3.8% a 14%. Estas infecciones nuevas pueden tener un impacto significativo en la producción de leche en la lactancia siguiente. En un estudio en 1968 ya se estimaba que los cuartos infectados en el periodo seco reducían su producción en la lactancia siguiente en 35% en comparación con cuartos no infectados. En ese mismo estudio se observó que si una infección era curada en el periodo seco había de cualquier manera una pérdida residual de producción de 11% en comparación con cuartos que nunca se infectaron. Aun con la mejora genética en producción en los años subsiguientes, uno de los beneficios consistentes del tratamiento al secado ha sido la recuperación parcial de la producción en la lactancia siguiente.
La incidencia de infecciones nuevas durante el periodo seco ha sido estudiada extensamente, especialmente la mastitis ambiental causada por estreptococos, pero las infecciones por coniformes han recibido menos atención. Después de la administración de tratamiento al secado, la incidencia de infecciones nuevas por estreptococos del ambiente en los días 0-15, 15-30, 35-45 y 45-60 días del periodo seco ha sido de 4, 4,0 y 12%, de las vacas respectivamente. En comparación en el mismo estudio, los porcentajes de vacas que no recibieron tratamiento al secado y desarrollaron infecciones nuevas fueron de 35.7, 0,0 y 10,7% de las vacas. En ausencia de tratamiento al secado, la incidencia de infecciones nuevas durante el inicio del periodo seco puede ser hasta del 16% de los cuartos, siendo la mayoría de estas infecciones (49%) causadas por patógenos del ambiente.
Los cuartos que están infectados al secado con los principales patógenos causantes de mastitis (por ejemplo Staphylococcus aureus y Streptococcus agalactiae) están bajo mayor riesgo de desarrollar una infección intramamaria durante el periodo seco y lactancia subsiguiente. Con respecto a los patógenos menores (por ejemplo estafilococos coagulasa negativos), los estudios han mostrado que las infecciones con estos micro organismos pueden ser protectoras contra el desarrollo de infecciones intramamarias causadas por los patógenos mayores. Sin embargo, existen reportes contradictorios en los casos en que se analizan patógenos específicos. Por ejemplo, en un estudio, los patógenos menores no protegieron contra infecciones por coniformes (por ejemplo Escherichia coli, también considerada patógeno mayor). En otra prueba, cuartos infectados con estafilococos coagulasa negativos tuvieron tasas de infección mayores causadas por patógenos mayores. También se ha reportado que la infección con patógenos mayores no ha tenido efecto positivo o negativo sobre la incidencia de mastitis por estreptococos del ambiente (Streptococus uberis, por ejemplo) en la lactancia siguiente.
Desde que se hicieron los primeros trabajos de investigación en la década de los cincuenta y en estudios más recientes de incidencia, se han identificado dos periodos de susceptibilidad. El primero ocurre durante las primeras tres semanas del periodo seco y el segundo es en los días previos al parto y en los días inmediatos después de éste. Los cambios fisiológicos, inmunológicos y anatómicos que ocurren en la ubre en esos dos periodos contribuyen a las diferencias en susceptibilidad. Las transiciones funcionales de involución mamaria que siguen después de que se interrumpe la producción de leche y el crecimiento subsiguiente del tejido mamario durante la calostrogénesis son los procesos comunes responsables de muchos de los cambios den la ubre que afectan la susceptibilidad.
Los factores específicos que influyen en la susceptibilidad de las vacas y cuartos pueden ser clasificados en: poblaciones de bacterias en la punta del pezón, características del canal del pezón y del meato o “esfínter” del pezón y mecanismos de resistencia dentro de la ubre. La influencia de los mecanismos de resistencia dentro de la ubre está relacionada principalmente con los cambios fisiológicos y bioquímicos durante el proceso dinámico de involución y calostrogénesis. En esto hay factores que influyen a nivel de cuarto y a nivel de la vaca.
Factores a nivel de cuarto
A nivel de cuartos individuales, los factores principales que afectan la susceptibilidad son la poblaciones de bacterias presentes en la punta del pezón y la integridad de la punta del pezón, en especial del meato (esfínter) del pezón en particular en lo referente a lesiones e hiperqueratosis así como con la formación oportuna del tapón de queratina del canal del pezón. En un estudio en Nueva Zelanda se evaluó manualmente cada dos semanas durante todo el periodo seco la formación del tapón de queratina. Se observó una disminución linear en ele porcentaje de pezones abiertos durante los primeros 50 a 60 días del periodo seco. Hubo una disminución de 50% en pezones abiertos después de 30 a 40 días y 95% de los pezones estaban cerrados a los 60 días. Sin embargo, hubo de 3 a 5% de pezones que nunca formaron un tapón de queratina. La falta de formación del tapón de queratina ocurrió más en los cuartos posteriores que en los anteriores. Es más, de los casos de mastitis clínica que ocurrieron durante el periodo seco, 83% ocurrieron en los primeros 21 días después del secado y el 97% ocurrión en pezones calificados como abiertos. Un hallazgo interesante reportado en este estudio fue que los cuartos que recibieron tratamiento al secado tuvieron el doble de probabilidades de formar el tapón de queratina más rápido que los no tratados.
En otro estudio realizado en Canadá se examinaron 300 vacas durante seis semanas del periodo seco. Se observó una disminución linear similar en el porcentaje de pezones abiertos. Sin embargo, al final del periodo de seis semanas aún había un 23,4% de pezones abiertos. En este caso no se observaron diferencias en cierre de pezones entre cuartos anteriores y posteriores y como todas las vacas en el estudio recibieron tratamiento al secado, no se pudo evaluar el efecto de esta práctica. Este estudio demostró la importancia del cierre del canal del pezón como factor de riesgo importante para los cuartos y las vacas en el desarrollo de infecciones intramamarias nuevas. Los cuartos que se cerraron en el periodo seco tuvieron 1.8 veces menos probabilidades de tener infecciones nuevas en comparación con los cuartos que permanecieron abiertos. Además, las vacas que tuvieron los cuatro cuartos abiertos, tuvieron cuatro veces más probabilidades de sufrir infecciones nuevas en comparación con vacas que tuvieron los cuatro cuartos cerrados. La formación oportuna del tapón durante el periodo seco es uno de los factores más importantes a nivel de cuarto que afectan la susceptibilidad a infecciones nuevas.