Las vacas lecheras son hembras bovinas generalmente sometidas a un balance energético negativo (BEN) más severo en el período postparto. Durante las últimas semanas de gestación e inicio de la lactancia, las vacas lecheras presentan un período de balance energético negativo. Este ocurre, entre otras cosas, porque el pico de producción de leche se establece 4 a 6 semanas antes del pico de ingesta de materia seca (IMS) y la energía utilizada para el mantenimiento y la producción de leche, es mayor que la energía incorporada con el alimento.
Cuando las vacas están en balance energético negativo (BEN), las concentraciones sanguíneas de ácidos grasos no esterificados (AGNE) aumentan, en tanto que las de IGF-1, glucosa e insulina están bajas. Esta alteración en los niveles sanguíneos de estos metabolitos y hormonas está generalmente asociada con un compromiso de la función ovárica y de la fertilidad. Un atraso en la ovulación postparto está directamente relacionado con el estatus energético de la vaca, o sea que cuanto mayor es el balance energético negativo, mayor es el tiempo que transcurre hasta la primera ovulación.
El retraso en la primera ovulación postparto está asociado a efectos adversos en la eficiencia reproductiva subsiguiente. Algunos investigadores sugieren que un retorno más temprano a la ciclicidad es benéfico para la performance reproductiva, debido a que un aumento en el número de ciclos estrales previo a la inseminación artificial (IA) está asociado con una mayor tasa de concepción. Contrariamente, otros estudios establecen que en vacas con actividad luteal más temprana en el post-parto, no existe una relación evidente entre el momento de la ovulación postparto y la fertilidad. Una explicación para el efecto negativo de la ovulación más temprana en el postparto sobre la fertilidad sería la posible asociación entre la actividad luteal precoz y la involución uterina retardada. Asimismo, una alta incidencia de cuerpos lúteos persistentes, generalmente asociados a infección uterina, fue observada en vacas con actividad luteal más precoz Las vacas con CL persistente tienen una menor eficiencia reproductiva.
Durante el período de balance energético negativo hay una pérdida de la CC en las vacas, que se exacerba con la disminución en la ingestión alimentaria. Esta disminución en la CC, muchas veces independiente de la CC en que se encontraba la vaca al parto, está directamente asociada con el retraso en la primera ovulación y el aumento en los días a la concepción. Las vacas con mayor pérdida de CC en las primeras semanas de lactancia presentarán una peor eficiencia reproductiva, entre ellas, las que parirán con CC elevada. El mecanismo por el cual el BEN o la pérdida de CC están relacionados con el retraso en la ovulación postparto está probablemente asociado con la baja pulsatilidad de LH. El restablecimiento de la normal pulsatilidad de LH es un factor determinante para el inicio del crecimiento folicular y la ciclicidad en las vacas postparto. Fue demostrado que una disponibilidad reducida de glucosa e insulina está relacionada con una menor frecuencia de pulsos de LH y con una baja producción de IGF-1 por parte del hígado, lo que reduce la capacidad de respuesta de los ovarios a las gonadotropinas.
A pesar de que la evaluación de la CC es una importante herramienta para el manejo nutricional y reproductivo en bovinos, no puede ser utilizada aisladamente. Por ejemplo, en un estudio 38 donde se evaluó la ciclicidad en vacas de alta producción (44,5 kg de leche por día) con 80 días en leche en promedio, no se detectó diferencia en la CC entre un grupo que presentaba ciclicidad normal (3,4± 0,2) y un grupo con ciclicidad alterada (3,0 ± 0,1).
En bovinos para carne, la performance reproductiva también está asociada a la CC la cual constituye uno de los factores que puede afectar el crecimiento y la persistencia de un folículo dominante en el postparto. Como ya fuera mencionado, el balance energético negativo afecta los niveles sistémicos de IGF, insulina y GH, y altera la frecuencia de pulsos de LH, comprometiendo consecuentemente el crecimiento folicular y retrasando la primera ovulación postparto. En casos extremos, las cantidades insuficientes de alimento influyen en el desarrollo folicular, llegando al punto de causar una condición anovulatoria cuando las hembras son sometidas a períodos prolongados de subnutrición. Las vacas productoras de carne generalmente tienen un anestro postparto más prolongado que las lecheras, como consecuencia de una sumatoria de factores tales como baja CC, nutrición inadecuada y presencia del ternero (amamantamiento). Las vacas primíparas son las más afectadas por estos factores debido a que se encuentran en fase de crecimiento. Para reducir el anestro postparto se emplean diferentes estrategias de manejo que consisten en minimizar los efectos negativos descriptos o el empleo de tratamientos hormonales para inducir celo y/u ovulación.
Roberto Sartori*.*Escola Superior de Agricultura «Luiz de Queiroz» – ESALQ,
Universidades de Sao Paulo, Piracicaba, SP, Brasil.