Debido a la existencia de una correlación positiva entre los niveles de proteína bruta (PB) en la dieta y la producción de leche, comúnmente son empleadas dietas con alto tenor en PB (17 a 19 %) en vacas postparto de alta producción. Se recomienda que el 35 % de la proteína bruta sea en forma no degradable en el rumen (PNDR) y que el 65 % sea degradable (PDR).
La alta concentración de proteína bruta en la dieta también ha sido asociada con una reducción en la performance reproductiva. Según algunos autores, una dieta rica en proteína no tiene impacto sobre el retorno a la ciclicidad en el postparto, sin embargo la concentración de progesterona es baja por el mayor metabolismo hormonal causado por la mayor producción lechera. La concepción y el establecimiento de la preñez son eventos interrelacionados como el desarrollo folicular que resulta en la ovulación, fecundación del ovocito, transporte y desarrollo del embrión, reconocimiento materno de la gestación e implantación.
Hipotéticamente, el amonio, urea o algún otro producto tóxico del metabolismo de la proteína puede interceder en uno o más de estos pasos para perjudicar la eficiencia reproductiva. El amonio es un metabolito de la proteína que escapa a la detoxificación del sistema hepático del ciclo de la urea. Otro metabolito de la proteína de la dieta es la urea, que es formada por la detoxificación del NH4 por el hígado. El nivel de urea en el plasma o suero es reflejo de la cantidad y degradabilidad de la proteína consumida, de la severidad del BEN y de la combinación del consumo de proteína y BEN. El BEN puede ser exacerbado cuando es combinado con un exceso de proteína en la dieta. Por lo tanto, los efectos combinados del exceso de PDR y el estatus energético podrían en parte justificar la baja calidad embrionaria observada en vacas en lactancia. El consumo de energía y proteína debe ser adecuado para optimizar la fermentación ruminal y la producción de proteína microbiana. De acuerdo con Dunlap la proteína microbiana contiene un perfil de aminoácidos limitantes mejor que otras fuentes de PNDR, y las fuentes de PDR son menos costosas que las fuentes de PNDR. Altos niveles de PB pueden aumentar los niveles de urea y de amonio plasmáticos, elevando las concentraciones de amonio en el fluido folicular, y sus efectos en el folículo podrían llevar a una subsecuente reducción en la supervivencia embrionaria. Distintos estudios mostraron una menor tasa de clivaje y menos embriones viables obtenidos de donantes de ovocitos que presentaron mayores concentraciones plasmáticas de urea y amonio. La baja supervivencia embrionaria puede ser también debida a una baja concentración de progesterona. Las dietas con elevada PB reducen las concentraciones de progesterona en vacas en lactancia, pero no en vacas secas 5 y vaquillonas.
Butler relata que los efectos negativos de la elevada proteína pueden ser mediados por un descenso en el pH uterino que, en combinación con la baja en la progesterona, crea un ambiente uterino hostil para el embrión. El pH uterino normalmente aumenta desde aproximadamente 6,8 en el celo a 7,1 en el día 7 del ciclo estral. Elrod y Butler observaron que administrando una dieta con alto nivel de proteína a vaquillonas Holstein, el pH uterino en la fase luteal fue significativamente menor en comparación con el de animales que recibieron niveles normales de proteína en la dieta, siendo similar al observado en el celo. En cuanto a la tasa de concepción al primer servicio, los resultados fueron 82 % para las vaquillonas que recibieron una dieta con niveles normales de proteína y 61% para las que recibieron la dieta con altas concentraciones de proteína. En este estudio, las concentraciones de progesterona no fueron diferentes entre los grupos.
Butler observó que la tasa de desarrollo embrionario fue menor en las vacas en lactancia alimentadas con exceso de PDR. En otro estudio, en tanto, no hubo diferencias en las producción de embriones viables entre vacas superovuladas que tenían moderada (15,5 mg/dl) o alta (24,4 mg/dl) concentración plasmática de nitrógeno ureico. Cuando estos embriones fueron transferidos a receptoras, hubo una mayor tasa de preñez en aquellas que recibieron los embriones de vacas con moderada concentración de nitrógeno ureico (35 vs 11 %). Los autores no detectaron diferenciasen la tasa de preñez entre receptoras con moderada o alta concentración plasmática de nitrógeno ureico.
Otro estudio realizado en vacas superovuladas determinó un efecto negativo en la producción de embriones en vacas que recibieron una suplementación con urea entre la IA y la colecta. Las vacas control o aquellas que fueron suplementadas con urea por un período más prolongado (desde 10 días antes de la IA) no tuvieron compromiso en la calidad de los embriones producidos. Si bien diversos estudios demostraron una relación entre la alimentación con altos tenores de proteína bruta y un descenso en la fertilidad en vacas de alta producción, poco se sabe realmente sobre los mecanismos involucrados en este proceso.
De todas maneras, en términos generales, las dietas proteicas que no producen concentraciones plasmáticas superiores a 20 mg/dl no parecen comprometer la fertilidad de las vacas lecheras.
Para lograr animales con ciclicidad y fertilidad óptimas, es necesario realizar un manejo nutricional adecuado, respetando las exigencias nutricionales de cada categoría zootécnica. No obstante, principalmente en vacas lecheras, ocurre una paradoja. Para que las vacas produzcan más leche es necesario aumentar la ingesta de materia seca. Ésta, a su vez, está relacionada con alteraciones en los patrones de ciclicidad y de comportamiento, y descenso en la fertilidad. Para contrarrestar, o al menor aliviar este problema, se propusieron algunas estrategias tales corno prevenir o reducir la pérdida de CC postparto, adicionar grasa de forma estratégica a las dietas y el uso de programas hormonales para la sincronización de celo y/u ovulación.
Roberto Sartori*.*Escola Superior de Agricultura «Luiz de Queiroz» – ESALQ,
Universidades de Sao Paulo, Piracicaba, SP, Brasil.